Mucho antes que el primer balón Spalding volara por los aires, la temporada 2007-08 había dado comienzo. Como cada año, lo había hecho justo proclamarse el campeón. Los San Antonio Spurs se habían ganado la condición de dinastía en una campaña un tanto descafeinada y con sabor agridulce. Pero al tiempo que Tony Parker enviaba a Longoria al sofá para dormir junto al MVP y el trofeo de campéon, todos los flashes pendientes de la liga apuntaban hacia otro lado...
Y es que desde abril, y más visto el poco interés que perdían los duelos conforme avanzaba la postemporada, la atención estaba en otro foco. ¿Quién será el número uno del Draft? Y otra cuestión, aún más importante una vez hecho el sorteo: ¿por quién se decantarán los Blazers?
Finalmente, y bien que lo sentirían meses más tardes, optarían por ir a lo seguro fichando un pívot. Greg Oden, que pasaría de ser el nuevo David Robinson a Sam Bowie en un abrir y cerrar de ojos, sería la opción por la que se decantarían en Oregon. El eterno rival, por su parte, recogería lo que sus vecinos habían descartado, haciéndose con un jugador en el que los sufridos aficionados sónicos apoyaban todas sus esperanzas de no trasladarse a Oklahoma: Kevin Durant.
No sería el único cambio que habría en Seattle la noche del Draft. El veterano Ray Allen cambiaba de verde, y se unía a Pierce y los Celtics en una desconcertante operación del polémico Danny Ainge. A cambio llegaba Jeff Green (número cinco del Draft por debajo de Horford y Conley), un alero de Georgetown que parecía cumplir el mismo perfil que Durant, Lewis...
El movimiento de Seattle no acabaría allí, puesto que el segunda espada (Rashard Lewis) firmaba el braguetazo de su vida con los Magic, con 109 millones de dólares a ingresar en su cuenta corriente a razón de cinco años. Kevin Martin o Devin Harris serían otros de los que se servirían del efecto inflación en sus renovaciones, mientras que Nets, Bulls y Pistons hacían justícia contentando a Carter, Nocioni y Billups.
Siguiendo el hilo de fichajes y renovaciones, destacaría la llegada de Jason Richardson a Charlotte a cambio del número ocho del Draft (Brandan Wright). Zach Randolph, Grant Hill, Derek Fisher, Steve Francis, Yi Jianlian o Juan Carlos Navarro eran algunos de los otros nombres que destacaban en un mercado al que, sin embargo, le esperaba otra bomba...
Y es que tras más de dos años de especulaciones, por fin había llegado el día. Tras más de veinte años sin un anillo, Ainge se lanzaba a la piscina y terminaba el boceto que había empezado haciéndose con Allen a finales de junio. Carnaza joven, con la única exclusión de Rajon Rondo, partía hacia Minneapolis para traer a cambio un único nombre, alguien que estaba destinado a convertirse en la piedra angular del proyecto: Kevin Garnett.
Uno al que le excluían del trío mágico y otro que sí formaba parte habían dado forma, dos décadas después, al nuevo Big Three céltico. Los nuevos Celtics de Boston, el trío mágico de Texas, Suns y Pistons ante su última oportunidad, los Bulls del nuevo milenio y lo que individualmente pudieran lograr Lebron, Wade o Kobe empezaban a perfilar el futuro campeón de la NBA. Siempre con el permiso de Nets, Jazz, Nuggets, Wizards...
Empezaba una campaña con dos parejas de españoles, una en la multicultural y tolerante Toronto y la otra en la sureña y cerrada Memphis, y con Sergio condenado al ostracismo en el lluvioso estado de Oregón. Fue precisamente el tinerfeño quién vería a los Spurs subir los banderines al eterno techo de su pabellón en el partido inaugural. Los defensores del título inauguraban una temporada que prometía emociones de antemano.
En el este Celtics y Bulls confirmaban las buenas sensaciones que sus plantillas habían dado a los expertos a lo largo del verano. Pistons y Heat pagaban la edad y el relajamiento de algunos de sus puntales en un inicio más flojo de lo previsto y los Cavs, actuales campeones de la conferencia este, acusaban su poco movimiento veraniego.
Unos malacostumbrados Raptors, junto a Magic, Wizards y Nets, empezaban con un sabor agridulce la nueva temporada. Algo que no ocurría en Philadelphia, Atlanta, Charlotte y Milwaukee, ilusionados con el rendimiento de sus jóvenes y vislumbrando un futuro mejor en lo más alto de la tabla. Esto no pasaba ni en Indiana, con Jermaine O'neal descontento a pesar de la mejora de juego con O'brien, ni en New York, donde los escándalos de la plantilla y el mismo GM habían acabado con el equipo arrastrándose recién empezado el campeonato.
Mientras tanto, los Rockets de Adelman eran los nuevos reyes del oeste. Al buen juego en conjunto se le habían unido factores como el buen estado de salud de Yao y McGrady, la regular aportación de Battier y el factor Scola que, como Nocioni en los Bulls, se había convertido en un componente de lujo saliendo desde el banquillo. Solo Dallas y Phoenix podían seguirles el ritmo, mientras que los campeones se descolgaban en un intencionado ejercicio para llegar frescos a los Play-Offs.
Ya más abajo, Nuggets y Jazz pugnaban por el liderazgo de división, título que les catapultaría al cuarto puesto del oeste. AK-47 había mejorado su rendimiento, pero la pareja de Denver había sido, hasta el momento, demasiado para el equipo de Salt Lake City. Sin embargo los de Sloan se acomodaban en el sexto puesto, a años luz de Lakers, Hornets, Warriors y Sonics, equipos que luchaban por hacerse con alguna de las dos últimas plazas de los Play-Offs.
Bryant y Durant, que apuntaba a rookie del año, eran la llave para mantener a sus equipos con opciones. Mientras tanto Paul se confirmaba como la sensación del año, dirigiendo con maestría un quinteto de lujo, y los Warriors morían de su propio éxito, estilo y, sobretodo, de la importante baja de Richardson, sustituído por un Brandan Wright aún verde.
De buen principio, y sin hacerlo mal del todo, Grizzlies, Blazers y Clippers iban cayendo al pozo de la conferencia. En Memphis las exigencias eran mínimas, y el objetivo de crecer como equipo se estaba logrando. Por su parte, las bajas de Brand y Oden respectivamente eran el argumento que usaban en Los Angeles y Portland para justificar su temporada, dejándose llevar ya desde buen inicio. Algo que los aficionados de Sacramento y Minnesota, aún la juventud del equipo que había diseñado McHale, no perdonaban.
Lebron, Kobe y, una vez recuperado, Wade, hacían números y méritos suficientes para caminar con paso firme hacia el MVP. Pero un peldaño por debajo de ellos estaban gente como Nowitzki, Nash, Garnett o McGrady, que sin hacer números de escándalo ni canastas antológicas estaban llevando a sus respectivos equipos a lo más alto de la tabla clasificatoria.
Pasadas las fechas navideñas no había muchas novedades, y el ciclo de los equipos seguía su curso. Celtics, Bulls y Suns afianzaban su condición de líderes de división, mientras que los Mavericks y los Jazz seguían siendo un dolor de cabeza para Rockets y Nuggets. En la sureste, por su parte, Heat, Wizards y Magic jugaban a saber quién era el menos malo, alimentando las esperanzas de equipos jóvenes como Hawks o Bobcats.
Se acercaba el All-Star Weekend, y New Orleans se vestía de gala para la ocasión. La liga premiaba la condición de mejores de invierno de Rivers y Adelman, que serían los elegidos para ocupar el banquillo de sus respectivas selecciones.
El técnico de los Celtics iniciaría el partido con Howard (Orlando), Garnett (Boston), James (Cleveland), Wade (Miami) y Arenas (Washington) como integrantes del quinteto popular. Dos más de los suyos completarían la presencia del trébol en el partido, siendo Allen y Pierce elegidos para terminar el triángulo mágico y premiar de esta forma la gran campaña del equipo de Boston. Junto a ellos se sentarían en el banco un O'neal (Miami) en mejor forma que la anterior campaña, Bosh (Toronto), Deng (Chicago), Carter (New Jersey) y Billups (Detroit). Rashard Lewis, Jermaine O'neal, André Iguodala, Michael Redd, Jason Richardson, Zach Randolph o Josh Smith serían algunos de los que quedarían fuera por la mala marcha de sus respectivos equipos.
Por su parte Adelman formaría con dos de los suyos en el quinteto, Yao y McGrady, que se completaría con Duncan (San Antonio), Nowitzki (Dallas) y Bryant (LA Lakers). Stoudemire y Nash (Phoenix) y Anthony e Iverson (Denver) acudirían por parejas, mientras que Boozer (Utah), Paul (New Orleans), que debutaría en casa, y el rookie Durant (Seattle) completarían la lista de elegidos en el oeste. Por poco quedarían fuera Josh Howard, Shawn Marion, Deron Williams o Baron Davis.
Fue un partido igualado en el que Garnett, James, Wade, Bryant y McGrady se lucieron. La poca ambición mostrada por Duncan, Nowitzki o Yao hizo que el oeste acabara el último cuarto con Stoudemire, Boozer y Paul en cancha, mientras que Rivers se decantaba por el mismo quinteto pero con Bosh en vez de Howard. El partido terminaría siendo para el este, y Garnett sería nombrado MVP del choque por segunda vez en su carrera.
Después del parón y un mercado de traspasos sin grandes sorpresas el campeonato se acercaba a su conclusión. Celtics, Suns, Bulls y Heat primero, y Rockets y Nuggets más tarde se confirmaban como campeones de división, mientras los dos últimos finalistas se sonrojaban al ver que partirían desde la quinta posición en la postemporada (aún tener mejor récord que Heat y Nuggets, que serían sus rivales). Warriors, Magic y Knicks se confirmaban como la gran decepción al no haber entrado en los Play-Offs, mientras que los Hornets se congratulaban por el logro tras muchísimos años sorteando obstáculos.
Celtics y Bulls no tardarían en finiquitar a sus rivales y pensar en otra cosa. Para el trío mágico unos Raptors venidos a menos no supusieron ningún obstáculo, aún la obsesión de un Bosh demasiado solo para vencer a su homónimo de Boston. Por su parte, los sólidos Bulls no encontrarían más problema que Gilbert Arenas para superar a unos Wizards que estaban a años luz de los de Chicago. Se vengaban de esta forma de su eliminación en el 2005, acabando con un equipo que no superaba la primera ronda desde entonces.
Mientras tanto la eliminatoria Pistons-Nets se perfilaba como un ultimátum para el que cayera. Finalmente, los de Detroit en seis partidos se llevarían el gato al agua. Lo logarían en un partido menos que los Heat, que vencerían en un antológico séptimo a los Cavs de Lebron. Los de Miami eran conscientes, aún el logro, que tenían que cambiar muchas cosas si querían que Wade pudiera engordar su número de anillos. Como también tenían que cambiar en Cleveland, donde Lebron estaba indignado con la nulidad de refuerzos veraniegos y amenazaba con marcharse a otro lado para lograr su ansiado anillo.
Al mismo tiempo que terminaban las eliminatorias en el este, lo hacían en el otro lado del país. Los Rockets encontraban más resistencia de la prevista ante unos Hornets sin nada que perder, mientras que Bryant tropezaba una vez más con los Suns y, como Lebron, amenazaba seriamente con largarse si no había cambios en Los Angeles. En Texas los Spurs hacían uso de sus reservas para eliminar del camino a los Nuggets, que caían en primera ronda por quinta temporada consecutiva, y los Mavericks acababan con los Jazz tras siete partidos de infarto y con los odiados Warriors aún en el recuerdo.
Empezaba la segunda ronda en ambas conferencias, con dominio claro por parte de un cojunto en tres de las cuatro eliminatorias. Los Celtics aplastaban sin miramientos a los Heat, que gracias a los Cavalieras habían alargado más de la cuenta su anunciada muerte. A su vez, en la misma conferencia, los Bulls se vengaban de los Pistons, dejándoles fuera de la final del este después de cinco años consecutivos; era un cambio de ciclo.
En el oeste se le volvía a atragantar el Run&Gun a Avery Johnson, que junto a Cuban maldecía el día en que el excéntrico propietario había decidido no renovar a Steve Nash. Dallas se convertía en el primer equipo de Texas que caía, y el segundo no tardaría a hacerlo en la eliminatoria que enfrentaba a Rockets y Spurs. Tras finales de infarto y mucha igualdad se llegó al séptimo partido que McGrady, una vez superada su maldición de las primeras rondas, se encargó de decidir a favor de los suyos.
Adelman volvía a una final de conferencia seis años después, haciendo gala del mismo estilo atrevido que había puesto en práctica en Sacramento, pero compensado con la solidez y la defensa que la excelente plantilla de Houston podía ofrecer. Los Suns iban a por todas, pero la eliminatoria ante los Spurs había curtido a los Rockets. No querían ser menos que sus hermanos tejanos y, como lo habían logrado los otros en años anteriores (2005 y 2006) lograron eliminar a los de Phoenix en la final de conferencia, para hacerse finalmente con su ansiado billete para las finales.
Repetirían el duelo ante los Celtics. Un duelo que Moses Malone en el 81 y Olajuwon y Sampson en el 86 habían perdido ante Larry Bird. Los de Boston llegaban a su primera final después de veinte años, de la mano de un Big Three que había hecho aval de su experiencia para superar a los Bulls. En Chicago no había lugar para decepciones, estando muy orgullosos de lo que su joven equipo había logrado, y pronosticando que quizás no tendrían que esperar mucho para volver a subir banderines al techo del United Center...
Los Rockets soñaban con acabar con los Celtics en su tercera oportunidad histórica, pero las duras eliminatorias ante Hornets, Spurs y Suns habían hecho mella en sus jugadores. Tras casi cien partidos de esfuerzo la espalda de McGrady estaba destrozada, y el estado de las rodillas de Yao Ming tampoco era el más óptimo. Con sus dos estrellas físicamente a las últimas, los Rockets no pudieron hacer nada para evitar que los Celtics hicieran buenos los pronósticos y lograran su decimoséptimo anillo de campeón.
Kevin Garnett fue declarado MVP de las finales, premio que uniría al logrado MVP del All-Star y de la temporada regular. Formaría parte además del quinteto ideal (junto a Yao, McGrady, Nash y Nowitzki), y añadiría a su temporada perfecta el premio de mejor defensor y el título de máximo reboteador. Un año de ensueño para el número cinco de los Celtics, que de esta forma lograría dejar atrás su fama de perdedor y empezar a plantearse su siguiente reto: el back-to-back.
PD: Este artículo sigue la estela de su homónimo de la pasada campaña. Se trata de mi apuesta para este campeonato 2007-08 trasladada al plan narrativo, en la línea de unos artículos que hice hace tiempo repasando una tras otra las campañas que había vivido (1997-2006). Aquí os dejo el link del que hice la temporada pasada, donde apostaba sin acierto por los Suns y por James MVP. Podría no haber cambiado esto de cara a esta temporada, pero me tiran más Garnett y los Celtics: http://taylorwolves.blogspot.com/2006/10/lo-que-viviremos-temporada-2006-07.html
PD2: Aunque poco tiene que ver, los Celtics y el Big Three son las únicas relaciones que veo, aprovecho para anunciar mi último artículo en Basketme. A los aficionados de los Celtics, Garnett, Allen, Pierce, Auerbach o yo mismo (que pretensioso suena esto), os recomiendo la lectura y espero que os guste. Ahí va el link: http://www.basketme.com/2.0/opinion.php?id=70
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4 comments:
otro magnifico post,aunque hayas dejado a Iguodala fuera del all-star,jeje. Aún así,creo que veremos un all-star muy parecido al que has pronosticado.
A mí me gustaría que los nuggets lograsen llegar a la final, pero lo más probable es que lo hagan los suns.
Eres un autentico crack wolf:P!!
Oye estás estudiando periodismo por casualidad wolf?
Comunicación Audiovisual, aunque he hecho algunas colaboraciones con un diari local y no le haría ascos al periodismo deportivo.
De todas formas mi objetivo se centra en hacerme millonario, no en los métodos para conseguirlo :P
PD: Soñar es fácil xD
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