La historia llama a la puerta
Un tiro ganador en el último segundo de un séptimo partido de una final era mucho más de lo que Marcus Lemmeis esperaba haber logrado a la tierna edad de 24 años. Los Angeles celebraba el tercer anillo consecutivo mientras en New York se tiraban aún de los pelos por haberle dejado escapar seleccionando a Jamal Bullock, un pívot dominante que aún no había llegado a las cotas del número 1 de los Lakers.
Con Nike y Li Ning insistiendo Adidas pondría sobre la mesa un contrato de vértigo, que sumado al que percibía del equipo angelino le reportaba un total de 50 millones de dólares al año, superando incluso a Randy Wilton en este apartado. Dedicó el verano a actos promocionales y a levantar sus nuevas mansiones en su Pittsburgh natal y el exclusivo Paradise Residential cercano a Los Angeles.
Los aficionados al mundo de la canasta observaban con lupa cada movimiento del mesías, un fenómeno de masas que superaba todos los intentos de copia del más grande y que según los expertos estaba ya a la altura de Mikan, Russell, Chamberlain, Robertson, Abdul-Jabbar, Erving, Johnson, Bird, Jordan, O'neal, Duncan, Bryant, James, Barson o Wilton, el olimpo en el que muy pocos tenían cabida.
Mientras algunos de sus compañeros luchaban por un puesto en el futuro equipo olímpico de Dublín, Lemmeis era día tras día el protagonista fuera de las canchas. También ocupaba un lugar de privilegio en la prensa rosa, que se hacía eco de sus constantes infidelidades a su mujer Debbie, que harta de la vanidad de su marido reclamó su trozo del pastel y convirtio su imminente ruptura en el centro de atención.
El más acérrimo crítico de Marcus Lemmeis encontró en este capítulo una excusa más para seguir odiándole. Con el escolta angelino en plan Hugh Hefner y Randy Wilton también separado ahogando penas en Las Vegas la liga volvió a decantarse por el discreto Willie Barson como su imagen de marca. Algunos de los patrocinadores giraron la espalda a Marcus, que asistió a los primeros entrenamientos de los Lakers algo tocado por el drástico cambio de su situación.
La nota positiva es que ganando un cuarto campeonato consecutivo conseguiría algo que nadie lograba desde Bill Russell, y que para cumplir con su objetivo estaría mejor acompañado que nunca. Y es que los Lakers se habían hecho con los servicios de Terry Norman, que tras fracasar en sus intentos de ganar el anillo en Indiana, Dallas y Washington decidía probar fortuna junto al mejor del mundo antes de resignarse a una retirada sin premio.
Ambos se mostraron intratables en una Copa Mundial dominada de principio a fin por los amarillos. Los Tromso Polars apenas duraron cinco minutos al ritmo de los de Brian Shaw, que sumaban el supuesto tercer "título mundial" de forma consecutiva. Timothy Bass sería galardonado MVP en una final en la que las dos estrellas del equipo californiano sumaron un total de treinta minutos en cancha.
Rara era la ocasión en que un equipo europeo (ya que normalmente vencían a africanos y asiáticos) lograba imponerse al campeón de la NBA, pero tampoco era habitual ver un dominio semejante por parte de un equipo americano. Quedaba claro que los Lakers eran un equipo muy difícil de superar, con un quinteto demoledor formado por Bass, Norman, Donaldson, Lemmeis y Reid y con suplentes de la talla de Perkins, Hoobson, Deberick, Sweet y McCain. Joby Maxwell se había retirado, y aparte de Norman el rookie Dylan Caldwell era la única incorporación destacable para un equipo que jugaba de memoria.
Como venía siendo habitual en los últimos años los Lakers partían como favoritos, con los Knicks como principales aspirantes y equipos como Wizards, Celtics o Nuggets a los que nadie quería descartar. En el oeste empezaba a lucir un proyecto que hacía años que apuntaba maneras, el que unos resucitados Rockets construían alrededor de Arison con el fracaso del equipo liderado por Enbil Taylor una década atrás aún en mente.
Un partido entre Lakers y Suns inauguraría la campaña 2031-32. Lemmeis recibía su tercer anillo de campeón e iniciaba su sexta campaña en la liga logrando unos discretos trece puntos con muy malos porcentajes. Poco a poco se iría entonando y se acercaría a los primeros puestos en la tabla de anotadores, pero su gente más próxima notaba que algo no iba bien...
La noche angelina podía ser una tentación demasiado grande para alguien joven y con dinero, y por mucho que Brian Shaw tuviera una estricta norma al respecto era más que evidente que le temblaba el pulso a la hora de cuadrar a su principal estrella. Camuflada entre una infinidad de compromisos publicitarios, solo un porcentaje de victorias que permitía que su equipo mandara en la liga evitaba que la prensa y el entorno hablaran de su afición a la fiesta más de la cuenta.
Los Lakers mandaban en la liga, presionados en todo momento por el descaro de unos Knicks y Rockets también liderados por una joven estrella. Bullock lideraba una carrera hacia el MVP que Lemmeis no estaba dispuesto a perder. Quería lograr el tercero en seis años junto a su cuarto anillo, y si alguien no debía arrebatárselo este era su archirrival en la liga desde que un mes de junio del año 2026 los Knicks habían cometido el error de elegirlo en el Draft en vez de él.
Nadie en New York se atrevía a cuestionar la elección de Bullock, pues en poco tiempo se había confirmado como el mejor pívot de la liga, al mismo nivel que Randy Wilton. Aún así, por mucha que le quisieran, los hechos hablaban por sí solos: Marcus Lemmeis había dado a los Lakers tres anillos, más de los que los Knicks sumaban en toda su historia. Parecía como si desde aquel día Marcus hubiera tenido como único objetivo hacerles pagar por su decisión, humiliarles por haberle relegado al número dos.
Llegaba la navidad, que invitaba a ver un apasionante Lakers-Nuggets en noche buena. Lemmeis anotó 51 puntos, un logro impresionante que ya no lograba sorprender. Llamaría más la atención del público la enésima presencia consecutiva de la canadiense Annette Gasquet, recién galardonada como Miss Universo y que no se perdía ningún choque que los angelinos disputaran en su propio terreno.
Tan pronto como se confirmó la relación lo hizo también la ruptura. Y es que la modelo no estaba dispuesta a aguantar el plan de vida del egocéntrico "centro del mundo". El tiempo había convertido a Marcus en un retrato de sí mismo, un personaje en constante representación que no buscaba nada más allá de gustar a todo el mundo y humiliar los que le detestaban, demostrándoles una y otra vez el error que cometían al no admirar sus logros.
Lemmeis iba a su bola, y los Lakers perdían la comunión que les había catapultado hacia tres campeonatos consecutivos a pasos agigantados. Por primera vez desde la llegada de Marcus sufrirían cinco derrotas del tirón, situándose por debajo de Rockets, Wolves y Nuggets y a una distancia sideral de los Knicks, que gobernaban la liga por primera vez desde tiempos ya olvidados.
El All-Star tampoco serviría para aliviar los últimos fracasos, tanto en el plano personal como en el profesional. En un encuentro marcado por la baja por paternidad de Randy Wilton, Lemmeis formaría en el quinteto titular junto a Woods (Denver), Arison (Houston), Djeric (Phoenix) y Pirtsmouth (Vancouver). Su entrenador, Brian Shaw, tendría hombres de la talla de Moott (Seattle), Norman (Los Angeles), Gardner (Utah), Clifford (Minnesota), Washburn (Houston), Terry (Minnesota) y Rose (Portland) para salir desde el banquillo.
La conferencia este, formando con Bullock (New York), Bell (Atlanta), Haykes (Springfield), Fortson (Milwaukee) y Fox (Miami) en el cinco inicial, lograría imponerse. Jamal Bullock lograría el premio a mejor jugador del partido, premio menor a una gran temporada que quería culminar con el de mejor de la campaña y las finales también en sus manos.
Tras el parón del fin de semana disputado en Orlando, Marcus Lemmeis recargó pilas. Aparcó el ocio nocturno y los ligues puntuales que daban sentido a la prensa del corazón. Se centró en dormir bien, perfeccionar su depurada técnica y lograr victorias para su equipo. Su único objetivo era recuperar el terreno perdido, revalidar el campeonato de la NBA por cuarta vez consecutiva y saberse a un nivel al que solo Bill Russell había llegado (y superado con creces).
Dejó atrás el individualismo del que había hecho gala a lo largo del año para ser algo más que un líder en cancha. Él vestuario perdonó sus pecados y le siguió como el líder que les guiaría hacia el olimpo. Terry Norman variaba su tono de "profunda decepción" que había mantenido a lo largo de la campaña por un desmesurado optimismo respecto a la posibilidad de lograr por fin el anillo.
La veteranía del quinteto y la costumbre a las grandes citas eran garantía de éxito. Nuggets y Wolves no tardaron en verse superados, y con algunas dificultades también lo harían finalmente los Rockets. El sprint final acabó con todos excepto los Knicks por detrás de los Lakers. Los de Darrick Martin no habían levantado el pie del gas a lo largo de la campaña, y partían con el factor cancha a su favor lo que fuera que duraran los Play-Offs.
Los Jazz de Gardner no fueron obstáculo para unos Lakers que iban lanzados. Salt Lake City no pudo más que rendirse a un equipo que cerró con autoridad el cuarto partido sin oposición, con los de Utah cayendo a manos amarillas sin remedio a pesar de un gran esfuerzo en defensa; el equipo tricampeón fue demasiado para ellos...
En segunda ronda se encontraron más resistencia, de la mano de unos Wolves que no querían caer sin salvar el honor. La eliminatoria llegaría a Minnesota con un 2-0 favorable a los Lakers, que sumando el tercer triunfo contaban con cuatro oportunidades para meterse en su quinta final del oeste consecutiva. Un gran Terry salvó a su afición de asistir a un ruborizante barrido, llevando la serie a un quinto partido que los angelinos resolvieron a su favor de forma incontestable.
Unos descarados Houston Rockets intentarían convertirse en el justiciero que ponía fin a los sueños más húmedos de Marcus Lemmeis. Tommy Arison y los suyos no pudieron hacer más que dar que hablar al sorprender con un 0-1 inicial, que se quedaría en espejismo después de cuatro partidos consecutivos que los Lakers saldarían con ventajas superiores a diez puntos.
El escolta de Pittsburgh llegaba a su cuarta final consecutiva, su escenario preferido y en el que nunca había caído derrotado. Jamal Bullock era el rival a batir, el recién nombrado MVP de la temporada regular que venía de barrer a los Atlanta Hawks en la final de conferencia. Los Knicks habían dominado a placer las series finales en el este, acabando con quién fuera que se les pusiera enfrente de manera incontestable y demostrando porqué habían sido el mejor equipo de la liga a lo largo del año.
Los Knicks saldrían victoriosos del primer duelo, pero en el segundo sucumbieron ante el poder anotador de Terry Norman, que con más ambición que nadie en todo el Madison se convirtió en el artífice de la victoria angelina en el segundo choque. Los Lakers recuperaban el factor campo y ya en su estadio lograban ponerse a un partido de decidir la final gracias a la exhibición de Lemmeis en el tercero y el triple decisivo de Caldwell en el cuarto.
Bullock emergiría entonces como la llama de la esperanza Knickerbocker, alzándose como el gran héroe en un partido resuelto en el tercer cuarto gracias a los 55 puntos y 21 rebotes que había logrado ya entonces. El cuarto definitivo resultó ser un puro trámite, con los suplentes intercambiando canastas mientras el público angelino se resignaba a no poder celebrar el anillo en su propio feudo.
Con el séptimo partido del año anterior aún en la retina, media liga soñaba con que los Knicks empataran la serie en el Madison. Sabiendo que no podía perder aquella oportunidad Jamal Bullock y los suyos salieron a todas, animados por un público que no recordaba nada semejante en todo el siglo. Los Knicks eran todo ambición, pero nada comparado a la de Lemmeis...
Un cuarto anillo consecutivo le convertiría en un mito viviente, le elevaría a una categoría que tenía un solo precedente en la casi centenaria historia de la liga. El mítico Madison y el que le había precedido en un Draft tan histórico como el del 2026 no podían evitar su momento; no lo permitiría.
Marcus se entregó en defensa más que nunca, no descansó más de un minuto y por raro que pareciera sumaba más robos, asistencias y rebotes que puntos. Norman, Donaldson y Reid se encargaban de no dejar que los Knicks escaparan en el marcador, mientras Bass hacía un trabajo excelente sobre un Bullock que no se encontraba nada cómodo.
Llegó el último cuarto y Lemmeis asumió protagonismo, al mismo tiempo que los Knicks de desmoronaban viendo como su tren pasaba de largo. Shaw pudo incluso sentar a Marcus a falta de dos minutos, que en un gesto que le costó una multa histórica señaló su dorsal uno mientras miraba con chulería cada rincón del estadio. Bullock y quién lo eligió bajaban la cabeza en señal de derrota mientras el Madison reprobaba una de las peores actitudes que la NBA había soportado a lo largo de su historia.
Entre silbidos Lemmeis recogería el trofeo Larry O'brien y su cuarto MVP de las finales. Los Lakers habían hecho historia, la liga había saldado su deuda con Norman y los Knicks volvían a perder finales. En boca de muchos estaba ya el título de "mejor jugador de la historia" para un Lemmeis que seguía perdiendo adeptos al ritmo que ampliaba su sala de trofeos...
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6 comments:
vaya crack!! premio planeta para oleguer, ya!!!
jajajaa estoy con juanejo amigo wolf estas echo todo un crack:D espero con ansia el siguiente articulo:D
Aunque no venga para nada a cuento, decirte que acabo de leer el análisis sobre atlanta hawks (he estado algo desconectado de internet ultimamente, y me los he leido todos en una semana...).
El caso es que en el analisis de atlanta decias esto:
--También decía una frase que a día de hoy no entiendo: "ni el más dominicano aficionado Hawk no tiene muchas esperanzas de variar la trayectoria". Una doble negación y dominicano en vez de dominguero--
Yo si la entiendo. Lo de dominicano es por Dominique Wilkins y, bueno, creo que sobra el no, o quizas... bueno, yo tampoco la entiendo JAJAJA ;)
Salu2 insanos
Oye, no es por anda peor no borres todos estos artículos ni de broma, o mejor dicho, júntalos y edita un libro.
La segunda foto que pones de "lemmeis" (jejej) con su mujer me trae recuerdosridículos, del rídiculo que hizo lemmeis cuando tuvo que llorar en público delante de su meujer por haberla engañado una de sus innumerable socasiones (y continua), jajaj
Los nombres que pones son buenísmos, jajaja, pero hugh hefner ya existe no?
¿Insinúas Wilt que Kobe sigue poniéndole cuernos al pibón de Vanessa Laine? Sí, Hugh Hefner existe, es el anciano catador de Playmates por llamarlo de alguna forma xD
Jaja, buena lectura atparrot, pero me sobrevaloras. Donde pone dominicano es refiriéndome a Al Horford y su nacionalidad, no al gran Nique :P
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