El penúltimo intento
Tras la decepción del año anterior Wilton tenía claro cual era su principal objetivo: prepararse bien para llegar en buena forma hasta junio, y no volver a ver como se le acababan las pilas en abril.
El equipo entero se había conjurado para no repetir los errores que les costaron la dolorosa eliminación el año anterior. Solo Walcott, de los que se habían quedado en el camino, abandonaba el equipo. Su ambición era ser titular en un equipo con aspiraciones e intentar ser All-Star. Lo intentaría en Vancouver, junto al genial Luke Pirtsmouth.
Los Rockets solventaron su baja con un veterano con la intendencia de Danny Ayers, que abandonaba Chicago después de toda una vida dedicada al equipo de Illinos, a los que no había podido acercar al campeonato de la NBA.
Arison se conjuraba para ser el jugador determinante que necesitaba un equipo campeón. Pero un factor jugaría en su contra, mucho más que el año anterior:
Y es que, ¿había algo peor que un Marcus Lemmeis que buscaba su quinto anillo consecutivo? Arison y Wilton sabían la respuesta: un Marcus Lemmeis motivado tras haber perdido una final y, además, ante los Celtics. Y lo que más rabia le daba, no poder vengarse precisamente ante Barson, que ya se había retirado.
Este sería el primer obstaculo al que deberían enfrenarse y, de superarlo, era casi seguro que se encontrarían ante los Knicks.
El este había perdido nivel en los últimos años, y solo Knicks, Hawks y Legends aspiraban a ganar el devaluado título de conferencia y plantar cara en la final ante los dos grandes del oeste. Bullock sabía que ya hacía demasiado tiempo que le había llegado el momento (cumpliría su octava campaña en la liga). Se negaba a ver a quién le comparaban con un cuarto anillo (Wilton) y a su compañero de generación (Lemmeis) ganando el quinto.
Mientras los Rockets preparaban la pretemporada en Puerto Rico, los Celtics estrenaban en Melbourne el nuevo formato de la Copa Mundial: seis equipos, con el campeón de la NBA y el de la Euroliga directamete en semifinales y los campeones de Suramérica, Ásia, África y Oceania enfrentándose en una primera final a cuatro. Aún sin contar con Barson, el honor céltico vencía al Recife do Brazil y al Olimpia de Ljubiana para adjudicarse su cuarto campeonato del mundo.
Por deseo expreso de Barson, un Rockets-Celtics inauguraría el campeonato 2033-2034. Aquella misma tarde, la vigésima bandera colgaría del Green Garden, y el número 9 del legendario escolta sería retirado para la posteridad. Los de Houston se llevarían con comodidad el duelo ante unos Celtics que ni siquiera parecían candidatos a llegar a los Play-Offs...
Arison cumplía con obligaciones de líder, pero Wilton no bajaba de los 22 puntos y 12 rebotes por noche. Quizás se echaba en falta un tercer anotador, pues Acklie e Ildres eran muy irregulares y prácticamente solo anotaban desde fuera, y Washburn era un especialista defensivo que tenía problemas a la hora de ofrecer soluciones en ataque estático.
Los Rockets avanzaban con paso firme y adelantaban a Nuggets y Grizzlies en una clasificación que, como siempre, dominaban los Lakers. Lemmeis se mantuvo fíel a la promesa que le hizo a su técnico años atrás: "cuando perdamos un anillo, el año siguiente seré el mejor pasador de la liga". A ello le añadía más de 32 puntos por noche, con lo cual, también liderava la clasificación de anotadores.
Con Lemmeis en media de triple-doble (camino de igualar en un mismo año las hazañas de Nate Archibald y Oscar Robertson), la plantilla más mediocre de los Lakers en muchos años parecía ir con paso firme hacia el anillo. Y Marcus Lemmeis demostraba, a sus 27 años, que ya era el mejor jugador de la historia de la liga. Un número 1 en la camiseta, nunca había estado tan justificado.
Mientras tanto, Knicks y Legends mantenían un precioso duelo para ver quién se quedaba con el liderazgo del este. Los Pistons y los Wizards eran las sorpresas agradables del año, mientras que los Hawks se hundían en un espiral de derrotas sin motivo aparente.
La temporada avanzaba y los números de Wilton seguían implecables. Volvía a disfrutar del baloncesto, y ya no le importaba siquiera ser uno de los máximos anotadores y reboteadores de la historia; todo aquello había quedado atrás. Solo quería un anillo, un último título de campeón antes de retirarse definitivamente.
A mediados de enero regresaba a Oklahoma City, una cancha en la que durante mucho tiempo se había negado a jugar. Recibía el apoyo de algunos aficionados, que no habían olvidado cuanto había hecho Randy por la franquícia, pero Greyard seguía obsesionado con hacer olvidar su legendaria figura. Retirar el dorsal 31 (que había lucido Wilton) en honor al quarterback de los New England Patriots (Henry McCallagan, que había estudiado en la universidad de Oklahoma State) ya era el colmo y mucho más de lo que cabía esperar del personaje.
Wilton salió motivado para no dejar títere con cabeza, y estableció su mejor marca de la temporada con 43 puntos. Atrás quedaba aquella época en que con solo proponérselo podía lograr cincuenta tantos por partido pero, aquella tarde en Oklahoma, le dio moral para ver que aún era capaz de lograrlo.
Llegaba el All-Star de Los Angeles, con más glamour que nunca y con ganas de ver a Lemmeis hacerse con otro MVP del partido.
Woods (Denver), Arison (Houston), Bentley (Dallas), Lemmeis (Los Angeles) y Rose (Portland) formarían el quinteto de gala del oeste. Wilton (Houston) saldría desde el banquillo, junto a Walcott (Vancouver), Kennedy (Los Angeles), Clifford (Minnesota), Augustine (San Diego) y Pirtsmouth (Vancouver). El entrenador sería, por énesima vez, Brian Shaw (Los Angeles).
Por parte del este Bullock (New York), Bell (Atlanta), Banks (Toronto), Foyle (Detroit) y Lyndon (Washington) saldrían como titulares. Roy (Milwaukee), Vrankovac (Cleveland), Callaghan (Orlando), Haykes (Springfield), Lynch (Washington), Williams (Indiana) y Fox (Miami) serían los hombres de banquillo de los que dispondría Darrick Martin (New York).
Lemmeis ganaba su segundo MVP consecutivo pero seguía sin sintonizar con sus compañeros, en otro All-Star muy frío por parte de la estrella de los Lakers. Pero, esta vez en casa, al menos se salvó de los silbidos de la afición...
Wilton prefería guardarse su opinión sobre la estrella angelina. Estaba claro que su actitud no era la más correcta, pero con él siempre había mantenido una actitud cordial y de respeto con lo cual, no pensaba criticarle lo más mínimo.
La temporada se acercaba a su fin y, con ella, empezaban a alimentarse las esperanzas de aquellos que llegaban a Play-Offs o evidenciarse la frustración en aquellas franquícias que cerraban una mala campaña.
Marcus Lemmeis había llevado, un año más, a los Lakers al primer puesto de la conferencia oeste. Los Clippers de San Diego serían su rival, mientras que los Rockets se enfrentarían al séptimo clasificado: los Dallas Mavericks.
Ambos conjuntos resolvieron por 4-0 a pesar de, en el caso de los Rockets, encontrarse con un Gerald Bentley que, en su segunda temporada en la liga, demostraba ya gran ambición para hacerse con el anillo: "le llegará el momento", pensó Wilton.
Lemmeis ganaba su cuarto MVP de la temporada regular, el segundo consecutivo, y veía como los Grizzlies se perfilaban como su rival en segunda ronda tras superar a los Blazers. Los Nuggets, que habían acabado con las esperanzas de los Timberwolves, serían el rival de los Rockets un año más.
El día en que recibía su flamante trofeo, Lemmeis sufría una inexplicable caída que se confirmó de catastrófica el día siguiente: rotura del ligamiento cruzado de la rodilla, y baja hasta el inicio de la siguiente campaña.
Mientras los Rockets se vengaban de los Nuggets por lo del año anterior, los Grizzlies superaban a unos débiles Lakers que poco podían ofecer sin su estrella. Se daría pues, una serie Grizzlies-Rockets inédita en una final del oeste.
Ante la ambición de Pirtsmouth y Walcott, Arison debía ofrecer todo su potencial. Y Wilton, que venía de una serie complicada para él ante la defensa de Woods, quería acudir en ayuda de su compañero.
El factor cancha fue de gran importancia a lo largo de la serie, llegando con empate a tres al definitivo duelo que se jugaría en Houston. Walcott confirmaba a sus detractores que hubiera podido ser titular en cualquier sitio; incluso en Houston, formando pareja con Arison y sentando a Wilton. Aquellos comentarios hicieron mella en el legendario pívot, que resurgió de sus cenizas para pulverizar las esperanzas canadienses con un espectacular partido en que logró 38 puntos, 21 rebotes y 6 tapones; como en los viejos tiempos.
Llegaban a su primera final de la NBA desde el año 2023, cuando precisamente Wilton alejó al legendario Enbil Taylor de sus aspiraciones de anillo. Ahora, cuarenta años después del primer campeonato de Olajuwon, los Rockets habían vuelto a tierra prometida; y su rival sería el mismo que había sido años atrás.
Y es que delante esperaban unos Knicks que querían ver a Bullock, Barkley y Edney coronarse como campeones de la mejor liga del mundo; algo que no se conseguía en la franquícia desde hacía ya 61 años...
El mítico Madison fue testigo de su equipo tomando ventaja por 2-0 y viajando a Houston con la tranquilidad de quién ha hecho bien sus deberes. Bullock ganaba su pulso particular con Wilton, y Arison era incapaz de superar la gran defensa de Barkley.
El tercer partido se antojaba definitivo para seguir con el sueño de ganar el anillo. Tras dos prórrogas, el letón Ildres se convirtió en el heróe tejano para, con un triple decisivo, dar la primera victoria a los suyos. Arison fue clave en el cuarto para empatar la serie, y el factor determinante para ganar el quinto, el partido que se conocía como el que podía decantar el curso de una eliminatoria.
La serie volvía, con 3-2 a favor de los Rockets, al mítico feudo neoyorquino. Bullock cuajó su actuación más memorable en Play-Offs y, logrando 56 puntos, dirigió a los suyos a empatar la serie a tres partidos. Quedaba uno, lo jugaban en casa, y no se les podía escapar.
Emulando a Bill Russell y Hakeem Olajuwon a la par, Wilton motivó a sus compañeros con un gran discurso en el vestuario, y salió en cancha con una sola misión en mente: parar a Bullock. Y Arison ya se encargaría del resto...
Los Rockets definieron un partido muy duro, y no permitieron puntos fáciles de los locales. Se llegó al descanso con un triste 39-41 en el marcador, los nervios empezaban a aparecer en escena y quedaban aún 24 minutos de lucha incansable.
A falta de tres minutos para finalizar el tercer cuarto, Bullock anotaba su primera canasta en juego y el Madison estallaba de emoción. Pero Arison y Acklie seguían bombardeando constantemente el aro de los Knicks, y estos no podían acercarse a más de cinco puntos.
En el último cuarto Bullock encontraba regularidad de cara al aro, pero también lo hizo Wilton. Con ambos por debajo de los veinte puntos, fue Tommy Arison quién decidía el partido, y se convertía en el heróe de los Rockets para lograr el ansiado tercer anillo, logrado 39 años después del último.
New York lloraba desolado otra final perdida de su equipo más mítico, cuando por fin la histórica franquícia había puesto a los vecinos de Brooklyn a su sitio, otra vez. Era la segunda final perdida en tres años, y la figura de Bullock parecía ir más encaminada hacia el nuevo Patrick Ewing que no a hacer historia ganando un anillo como Willis Reed.
Wilton ganaba su cuarto anillo (en cuatro equipos distintos) y Arison su primer MVP de las finales. Olajuwon, aún no tener ya ningún cargo en la franquícia, saldría en la foto oficial del equipo abrazado a Wilton: lo habían logrado.
"Un buen momento para la retirada, ¿no?" le retó su mentor Hakeem. Pero Wilton, al que aún le restaba un año de contrato con el equipo, contestó: "No, aún debo lograr mi primer back-to-back."
Y, de hacerlo, sería cuarenta años después de que los Rockets lo ganaran. Pero no quería, como se recordaba aquello, que fuera recordado como el equipo que ganó sin el más grande enfrente. Los Rockets lo lograron gracias a la retirada de Michael Jordan. Él solo deseaba que Marcus Lemmeis se recuperara y ganar el anillo habiendo vencido antes al más gran rival que nunca había tenido.
Y, una vez logrado, retirarse a lo grande con cinco anillos y cuatro MVP's bajo el brazo, y ser recordado como algo más que el nuevo Wilt Chamberlain o el nuevo Hakeem Olajuwon...Simplemente Randy Wilton, el pívot más dominante de la historia de la liga!
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2 comments:
hola true,por fin Wilton ha conseguido su cuarto anillo y en un campo mítico como el de los Knicks;pero tendría más mérito si no se hubiese lesionado el crack de los lakers,¡cómo sabes darle vidilla a esta gran historia de wilton¡¡,jeje;
muy buen post como siempre,
al fin consiguio el hito, cuatro en cuatro equipos. excelente historia, jugon!!!
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