Turno hoy para los Uties, que siguiendo la línea marcada ayer, entran en el club de equipos que podrían cambiar el nombre. Y es que Jazz era un nombre apropiado para la franquicia en sus orígenes, New Orleans, pero que desde luego no tiene mucha relación con la ciudad de los mormones.
Allí estuve el año pasado, viendo infinidad de iglesias, caucásicos y mujeres con falda. Realmente no es la ciudad más interesante de América, pero para un fan de la NBA toda ciudad con equipo merece la pena. Así pues, mi templo sagrado por ver era el Delta, testimonio del cuál estaba la estatua de John Stockton. A lo mejor llegué demasiado pronto, y no pude ver la de Malone. Por cierto, que justo delante de la puerta principal está una calle dedicada al mejor base de la historia de la franquicia.
No me gusta mucho Utah (aclaración, el estado no está mal, lo que no gusta es la ciudad del lago salado) pero respeto mucho a la franquicia en sus orígenes. Fundada en 1974, tuvieron la suerte de fichar a Pistol Pete Maravich, anterior jugador de los Hawks. En cinco temporadas nunca llegaron a Play-Off, y la franquicia se fue al remoto estado de Utah, que no tenía equipo en ninguna de las grandes ligas.
Ya sin Maravich, Rest in Peace, en el equipo, la postemporada no llegó hasta la temporada 1983-84, con Mark Eaton, Darrell Griffith y Larry Nance, entrenados por Frank Layden. Y para sorpresa de todos, viéndolo veinte años después, podrían elegir a uno de los 50 mejores de la historia en aquel Draft, John Stockton. Volverían a Play-Off y aprovecharían su Draft del 85 para seleccionar a Karl Malone.
Esta pareja que un día se reunió accidentalmente, se convirtió durante casi veinte años, en una de las más poderosas de la liga, logrando ya con Sloan de entrenador, dos campeonatos de la Conferencia Oeste. Cayeron en las finales contra el mejor, un coloso que en las grandes citas, nadie ha podido dominar, ni estos dos futuros Hall of Fame.
Malone se fue a probar suerte en los Lakers, pero Stockton decidió retirarse fiel a su equipo de siempre; un año después, el primero hizo lo mismo como el segundo máximo anotador de la historia y el segundo, como mejor pasador y jugador que más balones ha robado. Esta es la historia de un amor imposible, una leyenda, que terminó sin anillo.
Ahora un ruso, un turco y un número tres del Draft son los líderes de un equipo, el de Salt Lake City, en el que mi ídolo Raúl López no encontró su sitio.
Y citando a Daimiel me despido: “El que fuera base de los Jazz hubiera sido lo mismo sin Malone. Hubiera encontrado otro cartero al que entregarle la correspondencia. Malone sin Stockton ocuparía mucho menos espacio en el NBA Register.
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1 comment:
si señor, buena frase la de Daimiel, que crack!!
es interesante la historia de los jazz, que no estaria mal que cambiaran el nombre, porque es verad que no pega ni con cola
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