Mientras algunos de los mejores jugadores de la liga cruzaban la frontera para disputar los juegos olímpicos de Toronto, Lemmeis descansaba en la nueva casa que había comprado para sus padres a las afueras de Pittsburgh. Se pasó el verano alternando el gimnasio, la piscina (llevando a cabo el plan de rehabilitación) y la demo del NBA Live 29 que EA le había enviado al haber sido el jugador elegido para salir en la portada.
Mientras parte de la atención se centraba en el equipo Americano, el mayor foco de cobertura iba dedicado hacia el duelo que una lesión había evitado el año anterior. Y es que en boca de todos estaba la posibilidad que la 2028-2029 fuera el primero de los duelos que librarían Wilton y Lemmeis, dos de los mejores jugadores del milenio.
Los Wizards venían de hacer el mejor baloncesto que se recordaba y de ganar la final de la NBA ante los Condors. Wilton se encontraba en el mejor momento de su carrera y la plantilla contaba con otros puntales para repetir el triunfo. Los Lakers, por su parte, respondían al perfil de equipo centrado en un solo jugador, demasiado solo para lograr nada.
Pero Lemmeis había exigido que el equipo se reforzara y los Lakers, atemorizados ante la perspectiva que el jugador cambiase de aires un año más tarde, cumplieron con lo debido. Así llegaban a Los Angeles dos All-Star de la talla del pívot Timothy Bass y el base Dawson Reid. Junto a ellos, el prometedor rookie Antoine Deberick reforzaría una plantilla que ya empezaba a dar miedo y perfilarse como la gran favorita en el oeste.
Sato era el único que abandonaba el equipo, con lo cual quedaba un quinteto para aspirar a todo formado por Bass, Hoobson, Donaldson, Lemmeis y Reid. Crapotka, Lister, Deberick, Sweet y McCain eran buenas opciones para la rotanción y nombres como Warren, Finley y Jones perdían enteros en la plantilla.
Marcus creía que había llegado su momento. Magic Johnson había sido campeón y MVP de la final en su primer año; Willie Barson en su segundo. Wilt Chamberlain y Wes Unseld habían sido MVP's en su primer año y Bob Pettit, Abdul-Jabbar y Barson en su segundo. Demasiados trenes de la historia habían pasado ya por delante, y no quería que pasase lo mismo con el tercero.
La relación de amor y odio entre la prensa y el jugador se seguía acentuando. Era frío en el trato, breve en la respuesta, no se le conocía relación amorosa alguna...Toda su vida giraba alrededor del baloncesto. Ganar, superarse y volver a ganar. Y lo que para él era un reto, para otros parecía ser una provocación.
Lemmeis prefería librar sus batallas en la cancha. No le importaba lo que se dijera de él, no le importaba que media liga odiara verle triunfar en los Lakers. Lo que realmente tenía sentido era intentar ganar el anillo y que sus compañeros confiaban en él y se burlaban de todo lo que salía en la prensa, principalmente de New York y Washington.
Llegó el mes de septiembre y New York, Boston, Dallas, Seattle y San Antonio parecían ser los actores secundarios de la película que protagonizaban Lakers y Wizards. Ni siquiera los Condors, últimos finalistas, recibían de la prensa el beneficio de la duda tras la humillación sufrida en la final.
El escolta angelino iba a por todas. Su tobillo estaba perfectamente recuperado y su sed de baloncesto era más intensa que nunca. A punto de cumplir los 22 años parecía no existir faceta en la que no fuera el mejor jugador de la liga. Era sencillamente imparable, tenía una muy buena plantilla a su lado y, sobretodo, ganas de demostrar quién mandaría en la NBA de los próximos años.
Los Bucks serían los primeros en sufrirle. Fortson no pudo hacer nada para contener al incansable Marcus, que se fue a los 52 puntos en 33 minutos de juego. Sin bajar de los cuarenta por noche, llevaría a los Lakers a una impresionante racha de 13 victorias en 15 partidos.
Siguió hinchando la cuenta de su equipo, que llegó prácticamente invicto a Washington; el primer test serio. Lemmeis solucionó en tres cuartos el compromiso, llegando a unos 58 puntos que engordaría hasta los 70 con los que terminó el partido. El vigente campeón estaba tocado, y los Lakers habían dado el golpe sobre la mesa.
Solo los Sonics podían seguir el ritmo que imponían los Lakers. Phoenix, Dallas, San Antonio o Oklahoma City estaban a años luz de los angelinos, que lejos de ser Lemmeis y once más tenían claro el camino que llevaba al éxito: aportación, trabajo y, cuando sea necesario, balones al líder.
Anotando 36 puntos por noche, cogiendo 7 rebotes y repartiendo 8 asistencias. La estadística no podía ser más brutal, reflejo del absoluto dominio que ejercia el escolta de 2'05. Aunque la de un chico malo, su imagen ya vendía. Reebok y Adidas aprovechaban el filón de sus dos buques insignia para juntar a Wilton y Lemmeis en un cartel que rezaba "¿heroes o villanos?". La confusión venía ya que la prensa metía palos a ambos y no lograba decidirse.
Lemmeis llegó al All-Star de Oakland como el jugador más votado por el público. Devolvería al entregado público californiano el calor recibido en uno de los sábados del fin de semana más locos de la historia, en el cuál Lemmeis presentó su recién estrenada línea exclusiva de zapatos (Lemi One). Además, logró convertirse en el primer jugador en ganar el concurso de triples y de mates en un mismo evento.
Pero aquello no sería todo. En una conferencia oeste que juntó a los tres mágnificos de los Lakers (Lemmeis, Bass y Reid), Marcus se convertiría en el líder y ganaría el trofeo de MVP del partido. Así pues, Lemmeis se confirmaba como el hombre de moda y, con tan solo 22 años, el más claro referente para el futuro de la NBA.
Después de aquello todo parecio transcurrir en una nube. De la noche a la mañana, salía con una de las actrices más famosas de Hollywood (Shanny Haywood), ocupaba portadas en todo el mundo y su imagen era requerida por las más grandes empresas del país.
Pero al tiempo que subía su nivel de popularidad, el poco respeto que le tenía la prensa descendía aún más. Todos parecían tener como objetivo deslegitimar su imagen oponiendola a la de Barson, un jugador considerado modelo. Incluso auténticos "enemigos públicos" de la prensa como Wilton o Norman eran por aquel entonces más respetados que Marcus.
Ajeno a todo esto, Lemmeis acabó la temporada manteniendo sus números y con el anillo como objetivo fundamental. Aún a regañadientes, la prensa no pudo más que rendirse a su gran campaña y premiarle con el MVP, premio por el que había quedado como finalista en las dos últimas entregas.
El primer rival a batir serían los Rockets, un equipo que había llegado a la final del año 2023 y se había quedado a las puertas del anillo en más de una ocasión. Seguían liderados por el mismo hombre, un Enbil Taylor al que empezaban a pesar los años. Tommy Arison, el recién galardonado rookie del año, era la sangre fresca que requería la reconstrucción tejana.
Sin más problemas los Lakers solucionaron la eliminatoria por la vía rápida y con Lemmeis reservando fuerzas para más adelante. La suerte estuvo de su lado en la eliminatoria ante los Spurs, que con Sanders lesionado también recibirían un barrido por parte de los angelinos.
Aún imbatidos, tampoco los Sonics pudieron aguar la fiesta angelina. Krown y Acklie asistieron impotentes un día tras otro a las cuatro exhibiciones que el escolta dejaba para la historia. Lemmeis gozaba del momento que siempre había estado esperando, y cuando logró tras doce duelos imbatido alzarse con el balón que le acreditaba como el campeón del oeste sabía que pronto podría llenar su hambre de triunfo.
Un día después la prensa se empeñaba a referirse a la suerte y a afirmar, deseándolo más que no creyéndolo, que Wilton era un hueso mucho más duro de roer y que pondría las cosas en su sitio. "Al igual que Lebron en el 2007, Lemmeis sufrirá en carne propia el haber desafiado a Randy Wilton y verá como le celebra en cara su cuarto anillo"; las palabras del periodista del post no podían andar más lejos de la realidad que esperaba a aquella final.
En lo que sí acertaban los críticos de Lemmeis es que sería un baño de sangre. En lo que no acertaron fue en el resultado final, ni en prever un Marcus que se iría a 39 puntos por partido para resolver, otra vez 4-0, la última eliminatoria.
Lemmeis, que aún no había nacido cuando los Lakers ganaron su último anillo, celebró en Washington el primero de sus grandes logros. Tras tres años en la liga, había ganado todo premio que un jugador podía ganar en una temporada a nivel individual y había logrado superar los Play-Offs sin ninguna derrota en su casillero.
Empezaba una nueva era, una era en que el número 1 de los Lakers sería el que más diera que hablar...
5 comments:
¿¿¿Te importa que me lo guarde y lo imprima (fotos incluidas)???
Le voy a echar una lecturila en cama y mañana te lo comento, pero 'aparentemente' ya es impresionante. (aplausos)
Faltaría más Wilt, al contrario, un honor que disfrutes la lectura tal y como debe hacerse, en la almohada y antes de irse a dormir ;)
Listo, confirmado lo que puse en el primer comentario.
Oye, ¿los paralelismos son cosa mía o son relaes, porque si es así me gustaría que pasase algo parecido en la realidad. Tampoco hace falta que los Lakers vuelvan al Showtime, pero si finalmente llega Garnett a lo mejor puede compararse a lol que tu 'presagias'.
Una pena lo de Randy Wilton, pero a todo jugador le llega su ocaso.. aunuqe supongo que lo seleccionaran para el Hall of Fame en pocos años y que esta´ra enntre los 100 mejores de la historia de la NBA cuando se celebre su centenario.
Bueno, supongo que en lo de paralelismos te refieres a las rivalidades más bien históricas y tal. Quería que Boston, Lakers, New York, Washington por ser la capital, Seattle, Philadelphia etc. fueran las ciudades importantes del futuro.
No sé yo si Garnett y Bryant solos tendrían suficiente para hacer algo, aunque nadie se alegraría más que yo, que son mis jugadores favoritos!!
Un saludo Wilt ;)
Loved reading this thannk you
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