Llega el primero de la clase
Su nombre fue el segundo en ser nombrado por Shane Battier en la cerimonia del Draft que tenía lugar en el mítico Madison. Al aplaudir su nombramiento los cientos de Knickerbockers que asistían al evento que llevaba al número uno, Jamal Bullock, a su feudo, lo hacían con la inseguridad de saber que con aquella decisión podían haber dejado escapar algo histórico.
Pero el del 2026 era un Draft especial. Como los Rockets del 1984 o los Blazers del 2007 nada más podía hacerse. Había un pívot dominante llamado Jamal Bullock en aquella ocasión y, tal como había pasado en los anteriores casos, no podía tomarse otra decisión que aquella. Así pues, los Knicks se hacían con el mejor pívot que había llegado a la liga en mucho tiempo a cambio de renunciar al que decían era el mejor proyecto de alero desde Gerald Daniels, Enbil Taylor o Charlie Dewirn; incluso mejor que todos ellos.
Marcus Lemmeis era especial. Después de ganarlo todo durante tres años seguidos a nivel de instituto en su Pittsburgh natal, había decidido emigrar al norte para jugar sus años de instituto. Elegiría la mítica Michigan State, universidad en que había triunfado el legendario Magic Johnson y que no ganaba ningún título nacional desde que Mateen Cleaves lo lograra a principios de siglo.
Una vez más, Lemmeis superaría el reto que se le ponía delante y derrotaría en dos ocasiones consecutivas al que venía de ser campeón nacional en el año 2024. Jamal Bullock había optado por cumplir el ciclo de cuatro años en la universidad, y ya en su segundo había llevado a Arizona al título. Pero un año después Lemmeis le privaría del segundo consecutivo en una dramática final y el siguiente año, otra vez, sería Marcus Lemmeis quién le privaría del sueño en una antológica semifinal, para vencer luego a Kansas en la gran final y lograr el segundo título.
Para Bullock había acabado el ciclo y para Lemmeis también. Al igual que para Andy Lyndon, un base al que se le había puesto la etiqueta de tener un gran futuro por delante y que había decidido dejar la universidad justo un año después de ingresar en ella. Sería el número cuatro del Draft, por detrás de los indiscutibles número uno del país a nivel universitario y de Brawl, un excelso tirador elegido por los Nuggets. Washington sería el destino de Lyndon.
Así pues, el que estaba llamado a ser el mejor de una promoción que pronto dominaría la liga, llegaba a la segunda franquícia con más historia del campeonato. Los Celtics venían de ampliar a cuatro la diferencia de títulos respecto a los Lakers, liderados por un soberbio Willie Barson que así confirmaba su inscripción con letras de oro en la historia de la liga.
Pero en Los Angeles hacía falta algo más aparte de Lemmeis. Conscientes de ello, traspasaron al último All-Star, Jimbo Holmes, a los Nets a cambio del poderoso pívot georgiano Vilne Crapotka, de un alero alto como Halley Donaldson y de un base sobrio aunque poco anotador, Luke Cameron.
Crapotka, Warren, Donaldson, Lemmeis y Cameron formaban un quinteto que sin duda debía aspirar a entrar en los Play-Offs. Desde un banquillo corto tendrían importancia el pívot Sato, el versátil alero Brad Jones y un base rookie elegido en segunda ronda: Darrick McCain. Estos mejorados Lakers serían entrenados por Brian Shaw, que había sido campeón con O'neal y Bryant en el three-peat y que venía de ser el General Manager que había traído a los Oklahoma City Condors a su campeonato del año 2025, con Randy Wilton como líder.
Shaw sería, además del encargado de dirigir a Lemmeis desde el banco, el elegido por el propietario para ser el General Manager de aquellos Lakers que, si bien aún no podían ser considerados candidatos a todo, estaba claro que con Marcus daban un salto de calidad importante.
Un Lemmeis que renunciaría a la convocatoria de la selección para el mundial de Nueva Zelanda. Quería dedicar el verano, a recomendación de su nuevo técnico, a mejorar facetas como el tiro y la defensa para estar preparado en noviembre para afrontar el duro calendario de noventa partidos y, sobretodo, por no decepcionar a todos los que esperaban que ya de buen principio se convirtiera en uno de los mejores jugadores de la liga.
Llegó el día de la prensa y Lemmeis por fin se enfundó la elástica amarilla. Había renunciado a su número 20 de siempre por respeto a su técnico, que lo llevó a lo largo de su periplo Laker, y se había decidido finalmente por llevar el número 1. Algo que en New York se tomaron como una provocación, alimentando así aquel duelo que parecía haber de buen principio ya entre Bullock y Lemmeis.
En pretemporada Marcus Rodney Lemmeis dejó ya claro cuanto de alto era su techo. 25 puntos de media y siete victorias en ocho partidos. A punto de cumplir los 20 años, había dejado claro a todo el mundo quién mandaba ahora en el único equipo angelino.
Pero aquello no fue más que una previa a lo que vendría después. Su espectacular debut despejó dudas a los pocos escépticos que aún dudaban de él. 32 puntos, 8 rebotes y 11 asistencias trabajados desde aquel perfecto físico de 2'05 que, aunque semejante al de algunos otros escoltas que poblaban la liga, les dejaba a años luz en aspectos de coordinación, velocidad y capacidad física, aún estar tan delgado.
La descripción que haría de él una leyenda como Tim Duncan no dejaba lugar a dudas: era el talento de Kobe Bryant combinado con la altura de Lebron James y el delgado físico del Jordan de los primeros años. La liga asistía a un episodio sin precedentes aún haber cruzado años atrás gente como Randy Wilton o Willie Barson la barrera de lo imposible. Pero, sin duda, Marcus Lemmeis parecía destinado a superar todo aquello.
Con todos los compañeros jugando para él rápidamente se erigieron como líderes de la división pacífico. La verdadera lucha volvía a estar en el medio oeste, con Condors, Mavericks y Spurs disputando a muerte cada uno de sus duelos para seguir arriba. También Blazers, Sonics y Grizzlies oponían resistencia pero, por lo visto hasta el momento, sus aspiraciones no estaban tan arriba.
Lemmeis era la diferencia. Con 28 puntos de media superaba la que Randy Wilton había establecido como rookie seis años atrás. Tenía a tiro, además, superar los logros de Willie Barson, que había conseguido ser MVP y campeón de la NBA con los Celtics en su segundo año; Lemmeis podía hacerlo en el primero aunque de hacerlo lo haría con la misma edad que lo logró el mítico escolta céltico.
Aun firmar grandes estadísticas, siempre cercanas al triple doble, y haber devuelto la ilusión en Los Angeles, Lemmeis no terminaba de cuajar. Donde había un jugador callado la gente veía un mal compañero. Dónde había un líder la gente veía un jugador egocéntrico. Trasladaban su timidez en un terreno que no le correspondía, en contraposición con la simpatía de Barson o la chulería bien entendida de Wilton. Lemmeis no podía hacer nada, solo jugar a baloncesto y esperar que la gente empezara a verle de otra forma.
Los sentimientos contradictorios que transmitía no le alejaron, sin embargo, de ser elegido para el partido de las estrellas que se disputaría en Portland. Junto a él, formando en el quinteto, estaría un Randy Wilton que aún no había jugado ningún partido con su equipo. La mala relación con el propietario tenía la culpa de la rebeldía del mejor pívot del siglo.
Junto a Wilton y Lemmeis formarían en el quinteto Norman (Dallas), que venía de ser MVP de la temporada anterior y perder la final ante los Celtics, Sanders (San Antonio) y Reid (San Diego). En el banquillo esperarían su oportunidad Stackhouse (Phoenix), Voshell (Seattle), Thomas (Oklahoma City), Haykes (Golden State), Taylor (Houston), Van Fyde (Oklahoma City) y Adams (New Orleans).
Por parte del este saldrían de inicio Mills (Orlando), Learving (Detroit), Dewirn (Chicago), Fortson (Milwaukee) y Barson (Boston). Desde el banquillo jugarían, elegidos por los entrenadores, Bullock (New York), Stamp (Boston), Bickerstaff (Miami), Benjamin (Cleveland), Layne (Washington), House (Detroit) y Jerretts (Boston).
Era la primera ocasión desde el año 2021 que un rookie llegaba al partido de las estrellas. Por aquel entonces había sido Randy Wilton el que lo había logrado mientras que en Portland serían dos jugadores los agraciados: Lemmeis y Bullock.
Randy Wilton sería el MVP de un partido con gran carga simbólica para él, que pocas horas después vería cumplida su voluntad al ser traspasado a los Pacers. Lemmeis y Bullock cuajaron una gran actuación en su primer enfrentamiento en un partido de las estrellas y seguían así su curso hacia el premio al rookie del año, carrera en la que Marcus aún llevaba una ventaja considerable.
No solo eso. Lemmeis no solo era candidato al rookie del año sino que, además, lo era al premio MVP. Solo Barson, Norman y Sanders estaban a la altura de la campaña que estaba firmando el jugador de primer año en los Lakers.
Antes de llegar a los Play-Offs firmaría récords como los 55 puntos logrados ante los Bucks o las 19 asistencias que repartío ante los Jazz. Lo que en cualquier ocasión habría sido de lo mejor del año quedaría en mera anécdota en comparación a los récords que Wilton consiguió en 29 partidos con los Pacers. Cuarenta puntos y veinte rebotes de media, con récords como los 94 puntos ante los Condors por el camino. Sin duda, una confirmación por parte del pívot de 27 años de que aún no estaba acabado, para nada.
Tras tres largos años de ausencia los Lakers volvían a los Play-Offs. Lo hacían como los segundos clasificados de la conferencia y tendrían enfrente un hueso difícil de resolver.
Y es que Seattle había completado una gran recta final tras una temporada irregular. Kedrick Voshell era la estrella de aquel equipo y ningún pívot de los Lakers parecía capaz de frenar su impacto. Pero al igual que no había hombre capaz de pararle, tampoco hubo manera de frenar a un Lemmeis que se creció en postemporada. 33 puntos de media por partido para llevar a los Lakers a la victoria por 4-2 y clasificarles así para la segunda ronda. Allí esperaban los duros Condors, que venían de vapulear 4-0 a los Grizzlies.
Y con aquello no pudo el rookie. Marcus Lemmeis, el votado segundo mejor jugador de la temporada por detrás de Willie Barson, no pudo con la dureza de un rival que había cambiado muchísimo tras deshacerse de Wilton. Ahora todos los hombres eran igual de importantes, y tan básico era el que anotaba veinte puntos como el que se sacrificaba con faltas al final del partido. Con la premisa de no dejar títere con cabeza dejaron a Lemmeis en 22 puntos por noche y se clasificaron para la final del oeste en un trágico séptimo partido en Los Angeles.
Lemmeis caía derrotado pero el mundo ya conocía el heredero del trono. Finalmente, sería Willie Barson ante los Spurs quién se alzaría con el título, su segundo consecutivo y número 19 para los Celtics. Pero estos mismos que adoraban a Barson, eran conscientes que pronto este debería sucumbir al poder de Lemmeis.
Su impacto desde el primer día era indiscutible. Aquello se había vivido con casos como el de Chamberlain, Jabbar, Jordan o Wilton, pero no con tan brutal fuerza. Lemmeis había llegado con un objetivo en mente, ser el mejor, y para ello bastaba con su talento.
Aún así, en un ejercicio de modestia impropio de la caricatura que la gente tenía de él, quitó importancia a todo lo logrado alegando que con él solo no bastaría para hacer un equipo campeón. Y ya entre bastidores, le pidió a Brian Shaw que hiciera todo cuanto pudiera para llevar al mejor jugador de la liga junto a él: Randy Wilton.
PD: Link correspondiente al episodio paralelo en la carrera de Wilton: http://taylorwolves.blogspot.com/2007/01/wilton-chronicles-7.html
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3 comments:
Mmmm, interesante, me mola que sigas con la saga. Te recomiendo que para la siguiente, elijas un jugador mas de complemento, tipo Derek Fisher o algo asi, pero si sigues con las superestrellas, por mi encantado
Esta bien, que sigas con la historia y con otro personaje mola, paralela a Wilton. Pero te pasas un poco no??
94 puntos XD que bestia!!
En la edición correspondiente esto ya lo dije y pasó desapercibido :P
A ver, representa que es el mejor pívot de la historia, tampoco es tanto xD
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