Se había pasado el verano cambiando pañales, comprando ropa y calentando biberones. Había rechazado formar parte del Dream Team USA que se concentraba en Austin para preparar los juegos olímpicos de Toronto y, ni siquiera, había podido entrenar durante aquel período. Aún tener una cancha en su casa, no le quedaba tiempo.
Roy, Linda y Nancy le tuvieron en casa de junio a principios de septiembre, cuando el equipo empezaba la preparación para la Copa Mundial. Su compañero Layne venía de ganar un oro olímpico, y no quería desaprovechar la oportunidad de hacerse con el título a nivel de equipos más importantes del baloncesto internacional.
Se jugó en tierras suizas, que asistieron al primer campeonato mundial ganado por los de Washington, ante el Palermo siciliano. Precisamente de allí llegó la única incorporación, junto al rookie Ron Halles: Alberto Rossi, un capitán de club que ya lo había ganado todo en Europa, y quería probar suerte en la mejor liga del mundo.
El pívot italiano cubriría la plaza del retirado Herb Douglas, al que le esperaba la gloria en el techo del Eagle Complex. El rookie, llegaba para sustituir a Calvin Barrows, cuya lesión le había obligado a abandonar la práctica profesional del baloncesto.
Kirk Hinrich quería dar un paso más si cabía al mejor baloncesto que la NBA había contemplado jamás. Por ello, cediría a Aaron Brown la plaza de ala-pívot titular en detrimento del veterano Hurbett, que empezaría los partidos desde el banco.
Con estas premisas empezó la pretemporada, a la que no tardó a incorporarse Herb Douglas, estrenando cargo como asesor de Hinrich. Skiles observaba cada movimiento desde la grada, manteniendo su más absoluto silencio ante la prensa y discreción con la misma plantilla.
P-Diddy le vendía sus acciones a Gilbert, que se convertía así en el único propietario del equipo. Repetir el campeonato que no pudo conseguir como jugador era el gran objetivo, aún saber que no sería una temporada fácil.
Los Lakers se reforzaban con dos All-Stars como Reid, de San Diego y Bass, de Minnesota. Así Brian Shaw conseguía un equipo capaz de ganar el campeonato del oeste sin despeinarse y aspirar a destronarles como campeones de la NBA. Boston, aún ir a la baja, seguiría siendo peligroso y New York, con un Bullock ambriento de títulos, tampoco sería tarea fácil.
La temporada se inauguraría en el Eagle Complex con un compromiso ante los Suns, ya sin Steve Nash en el banquillo y con el triángulo mágico algo envejecido. Battier haría entrega de los anillos a los campeones, todos estaban presentes, y Washington subía, cincuenta años después, otro banderín al poco laureado techo.
Saldarían con victoria el partido, aún no dar la mejor de las impresiones. Había que ir poco a poco, y reservarse para los Play-Offs.
Con esta idea fija en mente los partidos iban pasando y los Wizards, a pesar de cumplir casi siempre, no oferían nada nuevo. La media de puntos había bajado un poco y la defensa no llegaba, ni mucho menos, al nivel de antaño. Wilton se mostraba discreto y el foco de atención se dirigía a la costa pacífica, donde Marcus Lemmeis confirmaba noche tras noche su condición de promesa en firme e, incluso, futura leyenda de la liga.
Siguiendo su sendero los Lakers se erigían como el mejor equipo de la competición con nadie pudiéndole seguir el ritmo. Anotando 36 puntos de media por noche, Lemmeis lo adornaba además con un sinfín de asistencias y rebotes.
El nuevo Lebron James, decían algunos. Para otros era algo completamente inverosímil, un físico privilegiado al servicio de la mejor mente que jamás había conocido este deporte.
Los Lakers visitaron el Eagle Complex el 19 de diciembre y la expectación era máxima. Layne, Harrell, Mayers, Porter y Brown. Uno tras otro, desfilaron sin la más mínima opción de parar a la bestia por delante de sus narices. En el tercer cuarto ya llevaba 58 tantos, y terminó sin despeinarse con un total de 70, su nuevo récord personal que no tardaría en ser superado.
Aún saber que los Wizards no se encontraban en sus mejores momentos, la liga se hizo eco del dominio que ejercía aquel chico de 22 años; un número 1 en la espalda, jamás había estado tan justificado.
La temporada avanzaba y parecía que nadie era capaz de hacer nada para acabar con el momento dorado de los Lakers. Sus rivales de conferencia eran meras comparsas, aparte de los renovados Sonics, y los grandes del este tampoco podían tan siquiera seguirles el ritmo.
Wilton no dio que hablar hasta la noche de navidad, con la visita de los Condors a Washington (al ser un duelo con morbo), con previa retirada del dorsal 20 de Douglas y, lo más importante, su mujer y sus dos gemelos sentados en la grada por primera vez aquella temporada.
Aquella noche los Wizards volvieron a ser los de antaño, y arrollaron por completo los de Oklahoma City, que se encontraban inmersos en una mala racha de resultados por aquel entonces. Wilton acabaría con 40 puntos y la friolera de 33 rebotes, que terminaría siendo récord de temporada.
Aquello resultó ser un punto de inflexión para los de Washington, que después de un tiempo generando dudas se confirmaron, y además con buen juego, como el mejor equipo de la conferencia este.
Con estas, y con los Lakers sin dejar de pisar el acelerador, se llegó al All-Star, que se jugaría en Oakland, hogar de los Golden State Warriors.
Darrick Martin, entrenador de los Knicks, dirigiría el equipo del este. Sacaría como titulares a Wilton (Washington), Stewart (Philadelphia), Merton (Charlotte), Barson (Boston) y Fox (Miami). Tendría a punto para salir desde el banquillo a su protegido, Bullock (New York), Learving (Detroit), Powell (Brooklyn), Elson (Chicago), Fortson (Milwaukee), Jerretts (Boston) y Lyndon (Washington), su compañero que debutaba en el partido de las estrellas.
Por su parte Hawkins, entrenador de Seattle, tendría una plantilla más fuerte si cabe a su disposición. Bass (LA Lakers), Norman (Dallas), Sanders (San Antonio), Lemmeis (LA Lakers) y Acklie (Seattle), estarían a disposición del técnico para salir de titulares. Krown (Seattle), Gardner (Utah), el rookie Arison (Houston), Haykes (Golden State), Van Fyde (Oklahoma City), Pirtsmouth (Vancouver) y Reid (LA Lakers) esperarían su oportunidad desde el banquillo.
Fue uno de los mejores partidos de las estrellas de la historia, que terminó tras dos prórrogas con el oese proclamándose ganador del encuentro. Lemmeis, además de sumar 33 puntos y 15 asistencias, había logrado además dos canastas decisivas para decantar la balanza, con lo cual el MVP fue un premio más que merecido. En tono de broma, pero sabiendo que hablaba en serio, le prometió a Battier que aún le entregaría dos más aquella misma temporada.
Aquel gesto del descarado jovencíto, lejos de molestar a Wilton, le sirvió de motivación en su carrera para demostrar que podía lograr el back-to-back. Los Wizards extendieron a 19 victorias su racha de siete previos al All-Star y, cuando llegaron los Play-Offs, su récord estaba muy cercano al de los Lakers, que sin embargo habían acabado con uno mejor.
Randy finalizó la temporada como segundo máximo anotador (a mucha distancia de Lemmeis, el mejor en este aspecto), como máximo reboteador (iban ya seis veces) y máximo taponador (por cuarta vez en su carrera). A nadie le sorprendió verle en el mejor quinteto defensivo, aunque quedara relegado a un segundo puesto en la votación por detrás de Gardner, el especialista de los Utah Jazz.
Como primeros de la conferencia les tocaría medirse en primera ronda ante los Brooklyn Nets. Powell era el líder de un proyecto que llevaba años estancado, en una franquícia que se dirigía sin rumbo hacia ningún lugar desde la retirada de Lebron James.
Wilton se encargó personalmente de que fuese rápido (4-0), con lo cual pudo pasar unos días en casa, aparte de los entrenamientos, para estar con sus niños que se acercaban a su primer aniversario. Tardaron una semana los Miami Heat en acabar con los Bucks, con lo cual los Wizards empezaban la segunda ronda.
El joven base Eddie Fox y el gigante japonés Myamoto eran, junto al alero Malonee, los únicos argumentos que presentaban los de Florida. Precisamente, en la misma noche del primer partido Wilton se enteró de que volvía a figurar en el equipo ideal, junto al base de los Heat, Lemmeis (LA Lakers), Norman (Dallas) y Sanders (San Antonio). Barson se veía relegado al segundo por primera vez desde que Wilton había entrado en la liga.
La que les enfrentó a Miami también fue una eliminatoria plácida, y tocó esperar rival otra vez de la serie a muerte que estaban llevando a cabo Knicks y Celtics. Finalmente, la historia prevalió sobre la ambición de Jamal Bullock, con lo cual dos viejos amigos como Barson y Wilton volvían a enfrentarse.
Los Celtics ganaron el primer partido, pero un Barson fuera de su estado óptimo y los Wizards en estado de gracia acabaron rápidamente con el sueño (4-1).
Llegaban a la final con el miedo en el cuerpo, aún haber perdido tan solo un partido en todas las rondas anteriores. Allí esperaban unos Lakers cuyo jugador de tercer año, y vigente MVP de la liga regular, había logrado llevarlos a la final pasando por encima de Rockets, Spurs y Sonics, que seguirían con un solo anillo cincuenta años después, sin sufrir una sola derrota.
La prensa preveía una epopeya de dimensiones bíblicas, David contra Goliath en su máximo exponente, el año precisamente en que se cumplían ochenta años del primer campeonato ganado por George Mikan.
Pero, lejos de ser la final más igualada, emocionante y disputada de la historia, se convirtió en un baño de sangre, en la máxima expresión de la superioridad hecha hombre o, en este caso, jugador de baloncesto.
Aún querer imponer su ritmo los Lakers o, mejor dicho, Lemmeis, siempre iban un paso por delante. El equipo había alcanzado tal grado de perfección que ni siquiera los vigentes campeones, y uno de los mejores baloncestos de la historia, consiguió quedarse a menos de diez puntos en alguno de los cuatro partidos.
Así pues, los Lakers ganaban en Washington su décimoquinto campeonato, habiendo barrido por completo en los Play-Offs, y con Lemmeis a un nivel magistral y registrando una media histórica de 39 puntos por noche. Con 22 dos años la joven estrella veía por primera vez en su vida a los Lakers ganar un anillo de campeones.
Tras ver como todo, y a pesar de los más de treinta que había metido cada noche, había terminado, Wilton se consoló pensando en que, al menos, todo había ido deprisa y, sobretodo, no le esperaba un deprimente viaje de vuelta desde Los Angeles.
Más que la sensación de perder una final, ya lo había vivido cinco años atrás ante los Suns, lo que de verdad le frustraba era la impotencia enfrente de aquel fenómeno el pensar que, hiciese lo que hiciese, jamás lograría ganarle la partida a Lemmeis.
El escolta de 2'05 era el jugador total, una máquina perfecta jugando al baloncesto que, además, acababa de lanzarse un nuevo reto de cara a la siguiente temporada. Firmar una media de triple doble a lo largo de toda la campaña, terminando además como máximo anotador y mejor pasador del campeonato.
Esto oía Wilton por la radio en el interior de su Hummer de vuelta a casa, donde le esperaba su mujer, a la que había pedido por favor que no fuera a ver el partido estando la eliminatoria 3-0, junto a dos preciosos niños que dos días después cumplirían su primer año de vida.
Definitivamente, aquello era más importante que lograr ganar su cuarto anillo. Ya lo lograría otro año y, si no, se retiraría con sus tres anillos y sus tres MVP's de la temporada regular. Y, evidentemente y como había pasado a muchos otros, todos aquellos logros se verían eclipsados por los que lograría alguien posterior a él.
"¿Sabes Nancy?" le dijo a su mujer mientras acostaban a los gemelos. "A partir de ahora puedo estar más tranquilo: esta ya no es mi liga. La época de Randy y Willie [Barson] acaba de terminar, y la NBA vivirá a partir de ahora en la era de Marcus Lemmeis".
Aún esta cura de humildad impropia de Randy, su mujer le retó a lograr lo que muchos no habían podido en otras épocas de dominio: vencer el más grande. Y cuanto más alto fuera el reto, ella sabía que mayor sería la exigencia de su marido, que jamás querría ser recordado como aquel que ganó tres anillos, pero que se arrodilló ante un mocoso que aún no se tenía en pie mientras él ya jugaba a baloncesto.
"Nancy le tocó la fibra" escribiría dos días más tarde un periodista en el Washington Post tras conocer la anécdota por boca de Randy. "Y, con esto, los únicos beneficiados van a ser los Wizards..."
La temporada avanzaba y parecía que nadie era capaz de hacer nada para acabar con el momento dorado de los Lakers. Sus rivales de conferencia eran meras comparsas, aparte de los renovados Sonics, y los grandes del este tampoco podían tan siquiera seguirles el ritmo.
Wilton no dio que hablar hasta la noche de navidad, con la visita de los Condors a Washington (al ser un duelo con morbo), con previa retirada del dorsal 20 de Douglas y, lo más importante, su mujer y sus dos gemelos sentados en la grada por primera vez aquella temporada.
Aquella noche los Wizards volvieron a ser los de antaño, y arrollaron por completo los de Oklahoma City, que se encontraban inmersos en una mala racha de resultados por aquel entonces. Wilton acabaría con 40 puntos y la friolera de 33 rebotes, que terminaría siendo récord de temporada.
Aquello resultó ser un punto de inflexión para los de Washington, que después de un tiempo generando dudas se confirmaron, y además con buen juego, como el mejor equipo de la conferencia este.
Con estas, y con los Lakers sin dejar de pisar el acelerador, se llegó al All-Star, que se jugaría en Oakland, hogar de los Golden State Warriors.
Darrick Martin, entrenador de los Knicks, dirigiría el equipo del este. Sacaría como titulares a Wilton (Washington), Stewart (Philadelphia), Merton (Charlotte), Barson (Boston) y Fox (Miami). Tendría a punto para salir desde el banquillo a su protegido, Bullock (New York), Learving (Detroit), Powell (Brooklyn), Elson (Chicago), Fortson (Milwaukee), Jerretts (Boston) y Lyndon (Washington), su compañero que debutaba en el partido de las estrellas.
Por su parte Hawkins, entrenador de Seattle, tendría una plantilla más fuerte si cabe a su disposición. Bass (LA Lakers), Norman (Dallas), Sanders (San Antonio), Lemmeis (LA Lakers) y Acklie (Seattle), estarían a disposición del técnico para salir de titulares. Krown (Seattle), Gardner (Utah), el rookie Arison (Houston), Haykes (Golden State), Van Fyde (Oklahoma City), Pirtsmouth (Vancouver) y Reid (LA Lakers) esperarían su oportunidad desde el banquillo.
Fue uno de los mejores partidos de las estrellas de la historia, que terminó tras dos prórrogas con el oese proclamándose ganador del encuentro. Lemmeis, además de sumar 33 puntos y 15 asistencias, había logrado además dos canastas decisivas para decantar la balanza, con lo cual el MVP fue un premio más que merecido. En tono de broma, pero sabiendo que hablaba en serio, le prometió a Battier que aún le entregaría dos más aquella misma temporada.
Aquel gesto del descarado jovencíto, lejos de molestar a Wilton, le sirvió de motivación en su carrera para demostrar que podía lograr el back-to-back. Los Wizards extendieron a 19 victorias su racha de siete previos al All-Star y, cuando llegaron los Play-Offs, su récord estaba muy cercano al de los Lakers, que sin embargo habían acabado con uno mejor.
Randy finalizó la temporada como segundo máximo anotador (a mucha distancia de Lemmeis, el mejor en este aspecto), como máximo reboteador (iban ya seis veces) y máximo taponador (por cuarta vez en su carrera). A nadie le sorprendió verle en el mejor quinteto defensivo, aunque quedara relegado a un segundo puesto en la votación por detrás de Gardner, el especialista de los Utah Jazz.
Como primeros de la conferencia les tocaría medirse en primera ronda ante los Brooklyn Nets. Powell era el líder de un proyecto que llevaba años estancado, en una franquícia que se dirigía sin rumbo hacia ningún lugar desde la retirada de Lebron James.
Wilton se encargó personalmente de que fuese rápido (4-0), con lo cual pudo pasar unos días en casa, aparte de los entrenamientos, para estar con sus niños que se acercaban a su primer aniversario. Tardaron una semana los Miami Heat en acabar con los Bucks, con lo cual los Wizards empezaban la segunda ronda.
El joven base Eddie Fox y el gigante japonés Myamoto eran, junto al alero Malonee, los únicos argumentos que presentaban los de Florida. Precisamente, en la misma noche del primer partido Wilton se enteró de que volvía a figurar en el equipo ideal, junto al base de los Heat, Lemmeis (LA Lakers), Norman (Dallas) y Sanders (San Antonio). Barson se veía relegado al segundo por primera vez desde que Wilton había entrado en la liga.
La que les enfrentó a Miami también fue una eliminatoria plácida, y tocó esperar rival otra vez de la serie a muerte que estaban llevando a cabo Knicks y Celtics. Finalmente, la historia prevalió sobre la ambición de Jamal Bullock, con lo cual dos viejos amigos como Barson y Wilton volvían a enfrentarse.
Los Celtics ganaron el primer partido, pero un Barson fuera de su estado óptimo y los Wizards en estado de gracia acabaron rápidamente con el sueño (4-1).
Llegaban a la final con el miedo en el cuerpo, aún haber perdido tan solo un partido en todas las rondas anteriores. Allí esperaban unos Lakers cuyo jugador de tercer año, y vigente MVP de la liga regular, había logrado llevarlos a la final pasando por encima de Rockets, Spurs y Sonics, que seguirían con un solo anillo cincuenta años después, sin sufrir una sola derrota.
La prensa preveía una epopeya de dimensiones bíblicas, David contra Goliath en su máximo exponente, el año precisamente en que se cumplían ochenta años del primer campeonato ganado por George Mikan.
Pero, lejos de ser la final más igualada, emocionante y disputada de la historia, se convirtió en un baño de sangre, en la máxima expresión de la superioridad hecha hombre o, en este caso, jugador de baloncesto.
Aún querer imponer su ritmo los Lakers o, mejor dicho, Lemmeis, siempre iban un paso por delante. El equipo había alcanzado tal grado de perfección que ni siquiera los vigentes campeones, y uno de los mejores baloncestos de la historia, consiguió quedarse a menos de diez puntos en alguno de los cuatro partidos.
Así pues, los Lakers ganaban en Washington su décimoquinto campeonato, habiendo barrido por completo en los Play-Offs, y con Lemmeis a un nivel magistral y registrando una media histórica de 39 puntos por noche. Con 22 dos años la joven estrella veía por primera vez en su vida a los Lakers ganar un anillo de campeones.
Tras ver como todo, y a pesar de los más de treinta que había metido cada noche, había terminado, Wilton se consoló pensando en que, al menos, todo había ido deprisa y, sobretodo, no le esperaba un deprimente viaje de vuelta desde Los Angeles.
Más que la sensación de perder una final, ya lo había vivido cinco años atrás ante los Suns, lo que de verdad le frustraba era la impotencia enfrente de aquel fenómeno el pensar que, hiciese lo que hiciese, jamás lograría ganarle la partida a Lemmeis.
El escolta de 2'05 era el jugador total, una máquina perfecta jugando al baloncesto que, además, acababa de lanzarse un nuevo reto de cara a la siguiente temporada. Firmar una media de triple doble a lo largo de toda la campaña, terminando además como máximo anotador y mejor pasador del campeonato.
Esto oía Wilton por la radio en el interior de su Hummer de vuelta a casa, donde le esperaba su mujer, a la que había pedido por favor que no fuera a ver el partido estando la eliminatoria 3-0, junto a dos preciosos niños que dos días después cumplirían su primer año de vida.
Definitivamente, aquello era más importante que lograr ganar su cuarto anillo. Ya lo lograría otro año y, si no, se retiraría con sus tres anillos y sus tres MVP's de la temporada regular. Y, evidentemente y como había pasado a muchos otros, todos aquellos logros se verían eclipsados por los que lograría alguien posterior a él.
"¿Sabes Nancy?" le dijo a su mujer mientras acostaban a los gemelos. "A partir de ahora puedo estar más tranquilo: esta ya no es mi liga. La época de Randy y Willie [Barson] acaba de terminar, y la NBA vivirá a partir de ahora en la era de Marcus Lemmeis".
Aún esta cura de humildad impropia de Randy, su mujer le retó a lograr lo que muchos no habían podido en otras épocas de dominio: vencer el más grande. Y cuanto más alto fuera el reto, ella sabía que mayor sería la exigencia de su marido, que jamás querría ser recordado como aquel que ganó tres anillos, pero que se arrodilló ante un mocoso que aún no se tenía en pie mientras él ya jugaba a baloncesto.
"Nancy le tocó la fibra" escribiría dos días más tarde un periodista en el Washington Post tras conocer la anécdota por boca de Randy. "Y, con esto, los únicos beneficiados van a ser los Wizards..."
9 comments:
Vaya supercrack, tu y Wilton, aunque Lemmeis le gane la partida. Tío, se lee en un momento, y eso que es largo, porque engancha. Y al momento dan ganas de leer el siguiente. Eres la leche tío
Muchas gracias crack!!!
Como mínimo le quedan tres años de contrato, así que estos tres te los garantizo. Luego, el tiempo dirá...
Y no te engañes, son los lectores como tú los que hacéis esto posible. Mil gracias jugón!!!
PD: En caso que alguien llegue y no sepa que es, buscad Wilton o Randy en labels y leed desde el principio ;)
ya te digo, yo me lo he leido sin darme cuenta, y luego lo miras es un buen trozo
eres un crack!!!
Yo me dispongo a leer todos (si, desde el primero) en cuanto coma. Luego dejo mi comentario.
Al final la cosa se ha alargado y he tenido que hacer varias paradas para relajar los ojos (leer en un pantalla no es muy cómodo).
Estoy enganchado! Necesito el capitulo 10 :D
La verdad es que meha gustado muchisimo (si no no me hubiera leido todo el tocho del tirón). Y no se si te lo habrán dicho, pero yo haría un enlace directo a la historia en la página principal con un índice de capítulos incluso, porque es algo que merece la pena que conozca la gente que entra.
Mis felicitaciones y a ver si Wilton nos sorprende la próxima temporada.
Saludos.
Felicidades a tí también por leerlo todo del tirón ;)
Pues la verdad es que pensaba hacerlo cuando acabara, pero quizás es mejor publicitarlo ahora y así tengo a más gente pendiente del tema. Lo haré en cuanto acabe exámenes y, tranquilo, el diez no tardará mucho en llegar ;)
Gracias a todos jugones!!!
Hola True,vaya crack estás hecho.Mientras leía el post pensaba que Wilton acabaría ganando otra vez el anillo pero no ha sido así,para el próximo año otra final contra los lakers?tendremos que esperarnos.
Además el tema este de los labels está muy bien para leer de nuevo las historias de Wilton,aparecen todas juntas.
JUGONAZO!!! deberias dar este guion a hollywood, y sacan una pelicula de fliparla. ENHORABUENA JUGON1
Spike Lee estaría encantado con tal que Wilton jugara en sus Knicks ejjeje
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